Los GdD están dirigidos a personas adultas que buscan: dar mayor trascendencia y propósito a su vida; tienen inquietudes en el plano de su desarrollo personal; o que buscan unirse a otros y otras para mejorar su propia vida y la de su entorno. Lo anterior, a través de la disposición a encontrarse con otros, con sus luces y sombras, con otras personas con similares inquietudes, todas pertenecientes a un equipo de pares diversos. En este sentido, la esencia del interés de pertenencia está más en la necesidad de compartir que de recibir. Los GdD encuentran su sentido último cuando sus miembros llegan a ser constructores y constructoras de una sociedad más justa, más humana, más solidaria. El GdD se constituye, así como un espacio de crecimiento, formación y desarrollo personal y comunitario, donde encuentro sentido a mi labor profesional, ya sea empresarial, política, gubernamental y de la Sociedad Civil. Es un espacio donde entrego y encuentro; donde reconozco mis talentos y puedo entregarlos a plenitud; donde me permito compartir y acoger mis vulnerabilidades, donde encuentro sentido de vida; donde satisfago una sed que no puedo especificar; es un espacio donde puedo encontrar ese empujón que necesito.
A través de los GdD se busca compartir las incertidumbres propias de la vida en sus distintas dimensiones entre pares no competitivos, y someterlas, con toda confianza, a otros que aportarán su mirada. La vivencia de estos grupos ayuda a la persona a ampliar su espectro de vida, a ampliar su formación en el área de inteligencia emocional y a darle un sentido distinto a sus decisiones profesionales.
A través de la participación de invitados en el trabajo de los GdD podemos ampliar la visión y conocimientos de los participantes en áreas, a veces ajenas a su quehacer, que tienen que ver con el sentido y propósito de la vida y con el desarrollo personal.
Sin embargo, un GdD debiera ser más que un lugar de formación.
Sus miembros son invitados a implementar concretamente su liderazgo a partir de los valores declarados por Desafío, a saber:
La metodología se basa en un trabajo de grupo en el cual se siguen ciertos lineamientos y formalidades de funcionamiento destinados a asegurar espacios de relacionamiento e intercambio, en un ambiente de transparencia, confianza y confidencialidad. Estos lineamientos sin embargo, no son rígidos, sino que hay una búsqueda permanente de adaptación de acuerdo al carácter de cada grupo y al aprendizaje colectivo en los GdD. Estos espacios facilitan no sólo el conocimiento profundo y sincero de los otros miembros del grupo (sus pares), sino también un intercambio, muy abierto, de experiencias y situaciones vividas por cada uno en sus respectivos ámbitos de acción.
Los GdD se reúnen durante una tarde completa, una vez por mes, diez veces en el año. Muchas veces los GdD destinan una de esas sesiones para hacer una mirada más profunda del estado de la vida en sus diferentes dimensiones y así proponerse acciones, las que generalmente son compartidas y comprometidas en este ámbito de cooperación y fraternidad. Estas reuniones están coordinadas por uno de los animadores o acompañantes de grupo, cuya misión es establecer y cuidar las reglas del juego que posibilitan la calidad de intercambios. Pero el animador o la animadora no es sólo un observador (a), si no que él (ella) está invitado (a) a vivir dentro del grupo y con el grupo, su propio proceso de crecimiento y desarrollo.
En el entendido que el proceso de formación es de apoyo al crecimiento personal, no hay un punto de llegada, ni hay un conjunto de conocimientos con los cuales se pueda dar por terminado el proceso. El proceso de cada persona depende de su propio punto de partida, de sus propias necesidades y de las informaciones que condicionan su demanda y su búsqueda de desarrollo futuro. Un elemento clave en la metodología es el profundo respeto a los ritmos personales en el intercambio. Buscamos que el proceso de compartir en comunidad anime a generar sed de crecimiento personal.
Si bien la experiencia nos muestra que la convivencia y el crecimiento de los miembros del grupo son proporcionales a la intensidad y profundidad de los intercambios, nadie está obligado(a) a compartir, en calidad o cantidad, más allá de lo que su propio ritmo le vava dictando. La atenta “escucha” es también una forma activa de participación y juega un rol muy importante en la metodología.
Las reuniones comienzan a las 14:00 horas, con un almuerzo y terminan alrededor de las 19:00 horas. Estas horas de trabajo se divide normalmente en tres bloques que combinan adecuadamente, tiempos de compartir y tiempos de escuchar, de ti mismo, de los demás y de terceras personas (las y los invitados). Estos tiempos no son necesariamente en el orden que se detallan a continuación ni tampoco son imperativos, ya que es común que los GdD privilegien algunos de estos tiempos según sus circunstancias específicas. El único tiempo que no puede faltar, es el tiempo de “nosotros”.
El primer bloque es el de “Nosotros”, donde cada persona comparte lo que el siente apropiado compartir de lo que ha sido su último mes (logros, dificultades, alegrías, penas, vulnerabilidades, etc.). Lo que cada participante siente que le ha dado sentido a su vida y lo que le ha hecho presente su fragilidad. Todo ello, como se ha dicho, en un ambiente de escucha empática, de estricta confidencialidad y de total ausencia de juicios o recomendaciones desde sus pares. En algunos casos en el proceso de escucha, los otros participantes del GdD, al terminar el compartir particular, dejan alguna pregunta que permite a la persona que comparte una exploración posterior y personal al respecto.
En el segundo bloque es el de “Uno o Una”, donde se escucha la presentación de una de las personas del grupo, previamente definida, que tiene frente a si alguna decisión, personal, familiaro profesional, en la que espera obtener tanto la compañía como la opinión de sus colegas de grupo. Una opinión que se entrega por escrita, profunda, meditada y desinteresadamente, que luego es leída y entregada, y finalmente sirve de material de reflexión posterior a quien la recibe y al resto de las personas que han participado del encuentro.
En el tercer bloque es el “Todos”, el grupo se abre a escuchar e interactuar con algún invitado o invitada especial. Son personas cuyos testimonios de vida representan algún ejemplo relevante de diversidad, resiliencia, dedicación a los valores humanistas y sociales. El objetivo principal de este tiempo es invitar a cada participante del grupo a descubrir el valor del compromiso personal en la forma como vive su vida.
Un buen funcionamiento de los GdD requiere un alto grado de compromiso de parte de sus participantes. Este compromiso se traduce en: